REFLEXION VIERNES SANTO:

JESUCRISTO, REY MESIÁNICO MUERTO Y GLORIFICADO EN LA CRUZ

Jesucristo, el Siervo de Dios, soportó nuestros sufrimientos; sus cicatrices nos curaron. A pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. Así llevó a su consumación una vida que no fue sino hacer la voluntad del que le envió, convirtiéndose, por su elevación y glorificación en la cruz, en causa de salvación eterna para cuantos creen en Él. "Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús" (MV 24).

La Iglesia proclama hoy a sus fieles y al mundo la muerte del Señor, cumpliendo su mandato: "...hasta que El vuelva".

La celebración de la pasión del Señor, se realiza en un día que no se celebra la Eucaristía.

El gran efecto salvador de la acción de Cristo depende de su amor y de la disponibilidad que tengamos de aceptarlo. Será necesario recorrer a la luz de la Palabra, en medio de las nece-sidades y acontecimientos de cada día, el camino de la cruz, hasta llegar a la meta que es participar del banquete eterno que se adelanta en cada eucaristía. Este es el resumen de la celebración que inicia y concluye con el altar desnudo, que evoca el misterio y la precariedad de nuestro acontecer. Contemplar la celebración desde esta perspectiva, nos impulsa a vivir la ascesis como condición indispensable para entender la grandeza del amor de Dios. Deje-mos que el misterio nos hable de sí.

Nacimiento de la Iglesia al pie de la cruz. Especial mención merece la referencia a la maternidad espiritual de María. La fórmula empleada por Jesús es, claramente, una fórmula de revelación: "al ver...dijo... ahí tienes". Llegada "la Hora", la madre se convierte en "Mujer". Ella simboliza la Igle-sia, igual que el discípulo amado simboliza a los verdaderos creyentes, de ahí que reciba a la madre de Jesús como suya, como algo que le pertenece y a lo que no puede renunciar. Lo propio del discípulo es la fe. La escena es una síntesis de la obra que Jesús venía a realizar: la salvación del hombre prolongada en la Iglesia. Termi-nada su obra con el nacimiento de la Iglesia, el Señor puede decir: "Todo está consumado". Y entregar su espíritu.

VIERNES SANTO - GUIÓN LITÚRGICO

ENTRADA: (Cuando los sacerdotes se dirigen hacia el atrio para iniciar la ce-lebración.)

Hermanos: Nos hemos reunido en este Viernes Santo en el silencio y la ora-ción, para conmemorar la muerte gloriosa de Jesús en la cruz. El amor de Dios no puede llegar a más. El pecado del hombre tampoco. Hoy nuestros pensa-mientos deben estar fijos en Cristo crucificado. Ante él, ante su entrega total, estamos aquí movidos por la fe, la admiración y el amor, para expresarle nuestro agradecimiento, porque él nos amó hasta el fin y nos redimió desde la cruz, de la muerte y el pecado. En profundo si-lencio, pongámonos de pie para recibir a los celebrantes.

ENTRADA EN SILENCIO DE LOS CELEBRANTES.

Los celebrantes se postran en el piso expresando con este gesto de rostro en tierra, nuestra adoración a Cristo, agobiado por los pecados del mundo. Como signo de humildad y arre-pentimiento por nuestros pecados, pongámonos de rodillas.

Cuando los celebrantes se levantan, el guía dice: Nos ponemos de pie

(Luego viene la Oración Colecta)

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS: (el guía dice: Podemos tomar asiento)

1ª. LECTURA: Is 52, 13–53, 12

El Profeta anuncia las características fundamentales del Siervo de Dios, el porqué de su hu-millación, el sentido de su muerte por nosotros.

2ª. LECTURA: Hb 4, 14-16; 5, 7-9

Escuchemos la reflexión que la primitiva comunidad cristiana se hacía sobre el sentido de la muerte de Jesús por nosotros. Y cómo ahora es fuente de salvación eterna.

EVANGELIO: Jn 18, 1-19, 42

El relato de san Juan, que leemos hoy, subraya que es Jesús quien triunfa; que Él es verda-deramente el Hijo de Dios que reina desde la Cruz.

Nos ponemos de pie y en profundo silencio vivamos este relato de la Pasión del Señor.

PASION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Según san Juan 18, 1—19,

Luego de “Palabra del Señor”, el guía dice: “Podemos tomar asiento”

ORACIÓN UNIVERSAL:

En esta tarde en que Jesucristo se entrega por nosotros, hagamos una oración universal, sin fronteras, para que a todos los hombres llegue la redención del Mesías crucificado.

El guía dice: Nos ponemos de pie.

ADORACIÓN DE LA CRUZ:

Levantamos hoy la Cruz victoriosa del Señor para adorarla; "adoramos hoy el árbol de la cruz, en el cual fue clavado el martirizado cuerpo del Redentor: cruz que se ha convertido para nosotros en el camino que lleva a la vida. Él dice de sí mismo "Yo soy el camino, la ver-dad y la vida". He aquí que este camino pasa a través de la cruz."

La cruz es entrada procesionalmente, primero la adorará el celebrante luego nos podremos acercar piadosamente para hacer la adoración de la Santa Cruz. Les pedimos que lo haga-mos de manera ordenada, formando dos filas por la nave central al acercarnos ala cruz ha-remos la genuflexión para luego besarla.

Guía: Hoy no celebramos la Eucaristía. Hoy contemplamos a Jesús muerto en la cruz mien-tras esperamos volver a celebrar la Eucaristía en la noche de la Vigilia Pascual. Pero en esta espera también nos acompaña el Cuerpo del Señor entregado por nosotros.

Se traslada el Santísimo del Monumento al altar.

PADRE NUESTRO.

COMUNIÓN:

Cuando se está por comenzar a preparar el altar, el guía dice:

La colecta de hoy, que se realiza en este momento de la celebración, está destinada a las obras de la Iglesia en Tierra Santa. (Pequeña pausa...)

En el momento en que los sacerdotes comienzan a comulgar, el guía dice:

Vamos a comer el Pan que es el Cuerpo de Cristo, sacrificado en la Cruz para dar vida al mundo. Recordando hoy especialmente las palabras de Pablo: "cuantas veces coman, pro-claman la muerte del Señor hasta que vuelva".

(Terminada la Comunión, se guarda la reserva, el celebrante dice la oración conclusiva y se retira en silencio sin dar la bendición. No hay canto de salida.)

MONICIÓN FINAL:

Como comunidad de creyentes, hemos vivido la entrega total de Cristo por nosotros hasta la muerte, una muerte en la Cruz. Prolonguemos ahora, en nuestros hogares, el espíritu de oración de estos días santos, confiando en la promesa del Señor: "Si morimos con Cristo, viviremos con Él. Si perseveramos, reinaremos con Él".

Nos reuniremos mañana a la noche para la celebración de la Vigilia Pascual.