El Papa Francisco dirigió un emocionante discurso a los 1,6 millones de jóvenes congregados en el Campo de la Misericordia para la Vigilia de oración de la JMJ Cracovia 2016, a quienes exhortó a no confundir la felicidad con un “sofá” en el que corren el peligro de terminar “adormecidos, embobados y atontados”.
Al iniciar esta gran vigilia, el Santo Padre cruzó, tomado de las manos con seis jóvenes, la Puerta Santa colocada especialmente para la ocasión en el Campo de la Misericordia donde se realizó este esperado evento.
Luego escuchó la bienvenida del Arzobispo de Cracovia y anfitrión de esta JMJ, Cardenal Stanislaw Dziwisz.
El Purpurado dijo al Pontífice que la vigilia que se realiza en “el Campo de la Misericordia, esta vasta extensión que a nuestros ojos se convierte hoy en el gran Cenáculo de jóvenes discípulos del Maestro de Nazareth. Son una inmensa multitud de todos los continentes y naciones”.
“Cotidianamente hablan distintos idiomas, pero en estos días hablan entre ellos uno solo, el idioma de la fe, de la fraternidad y del amor. Estos jóvenes esperan también tu palabra que se expresa con el lenguaje del amor”, dijo.
Tras las palabras del Cardenal, los jóvenes hicieron varias representaciones escénicas y tres peregrinos compartieron su testimonio con los presentes.
Una polaca de nombre Natalia contó su intensa experiencia de la misericordia de Dios y cómo cambió su vida a partir de una especial confesión que tuvo hace algunos años; Rand, de Siria, narró el dolor de la guerra en su país; mientras que Miguel, de Paraguay, compartió cómo superó el flagelo de la droga con la fuerza de la fe.
El Papa pronunció luego su discurso en el que advirtió de una “peligrosa parálisis para los jóvenes” que muchas veces es difícil de identificar: “me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde ‘felicidad’ con un ‘sofá’. Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá”.
“Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá –como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos– que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora”.
“Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos. La ‘sofá-felicidad’ es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, la juventud. ¿Y por qué sucede esto Padre? Porque poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados. Ayer hablaba de los jóvenes que se jubilan a los 20 años, hoy hablo de los jóvenes adormecidos, embobados, atontados”.
El Papa cuestionó a los jóvenes presentes: “¿Quieren ser jóvenes adormecidos, embobados, atontados? ¿Quieren que otros decidan el futuro por ustedes? ¿Quieren ser libres? ¿Quieren luchar por su futuro? No están muy convencidos, eh. ¿Quieren luchar por su futuro?”, a lo que los peregrinos respondieron con un gran “¡Sí!”
“Queridos jóvenes –continuó Francisco– no vinimos a este mundo a ‘vegetar’, a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella”.
El Santo Padre explicó que “cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. No somos libres para dejar una huella, perdemos la libertad”.
“Este es el precio y hay mucha gente que quiere que los jóvenes no sean libres, que sigan atontados, embobados, adormecidos. Esto no puede ser, debemos defender nuestra libertad”, exhortó.
El Papa recordó que “Jesús es el Señor del riesgo, el Señor del siempre ‘más allá’. Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados”.
“Podrán decirme: ‘Padre pero eso no es para todos, sólo es para algunos elegidos’. Sí, es verdad, y estos elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los demás”.
El Señor, al igual que en Pentecostés, continuó el Papa, “quiere realizar uno de los mayores milagros que podamos experimentar: hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se transformen en signos de reconciliación, de comunión, de creación” y cuestionó “¿Y tú qué cosa respondes? ¿Sí o no?”
“Me dirás, Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer? Cuando el Señor nos llama no piensa en lo que somos, en lo que éramos, en lo que hemos hecho o de dejado de hacer. Al contrario: Él, en ese momento que nos llama, está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de contagiar. Su apuesta siempre es al futuro, al mañana. Jesús te proyecta al horizonte, nunca al museo”.
El Pontífice resaltó luego: “hoy Jesús, que es el camino, a ti, a ti, a ti, te llama a dejar tu huella en la historia. Él, que es la vida, te invita a dejar una huella que llene de vida tu historia y la de tantos otros. Él, que es la verdad, te invita a desandar los caminos del desencuentro, la división y el sinsentido”.
“¿Te animas? ¿Qué responden ahora, quiero ver tus manos y tus pies al Señor, que es camino, verdad y vida? Que el Señor bendiga sus sueños, gracias”, concluyó el Papa Francisco.