Glorioso San Antonio María
Gianelli, Apóstol de la Virgen del Huerto: alcánzanos tu devoción a la Madre de
Dios, y mediante Ella la salvación de nuestras almas.
Lucas (1, 28) “El Ángel
entró a su casa y la saludó, diciendo: ‘¡Alégrate!, llena de gracia el Señor
está contigo’…”
San Antonio M. Gianelli nos dice en una de sus homilías:
“… que entre tantas imágenes insignes y prodigiosas justamente ésta sea
atribuida a María, es extraordinario o al menos digno de particular atención:
María de las Gracias.
¿Qué ha podido sugerir el nombre sino la profusión de los dones que son
propios de María? Son numerosos los que dicen que deben su vida a María… y
aunque hoy se venga a rezar, me parece que no corren ríos de gracias como en
otros tiempos. La poca y débil fe son el motivo.
Las gracias no faltan, ni falta la protección de María, falta quien las busque
con verdadera fe y las espere con plena confianza. No se han secado las aguas
de la fuente, faltan los sedientos, que quieran calmar su sed en ella ¡No
olviden la abundancia de esta agua! No dejen que se derramen en vano. Si
supieran qué don tenemos todos aquí, correríamos a esta fuente antigua… ¡Haz
María que se reavive nuestra fe en Ti!
Acción para el día: repetir con frecuencia y vivir esta palabra del
Fundador: “Señor, que nuestra vida sea coherente con nuestra Fe. De lo dicho
por Jesús y por el P. Fundador, nos proponemos vivir, como VALOR,
la FIDELIDAD
Oración final:
Oh San Antonio María
Gianelli, lleno de confianza, a Vos recurro en mis necesidades y
particularmente en la que me aflige al presente (se nombra). Haz brillar el
poder de Dios, socorriéndome según mis deseos, si no son contrarios a la Divina
Voluntad. Habla por mí a aquella Virgen Milagrosa de quien fuiste la flor más
preciada que brotó en su Huerto de Chiávari, para que Ella, que es tan poderosa
ante su divino Hijo, me alcance la Gracia que tanto anhelo, y así consolado por
Vos y por Ella, pueda servir mejor al Señor en los días que me conceda de vida,
y después gozarle contigo y con la Virgen Santísima, en la eterna
Bienaventuranza. Amén.