La Iglesia celebra la fiesta de los ángeles custodios
desde el Siglo XVII. Fue instituida por el Papa
Clemente X.
La misión de los ángeles custodios es acompañar a
cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en
la tierra de los peligros de alma y cuerpo,
protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino
para llegar al Cielo. Se puede decir que es un
compañero de viaje que siempre está al lado de
cada hombre, en las buenas y en las malas. No se
separa de él ni un solo momento. Está con él
mientras trabaja, mientras descansa, cuando se
divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y
cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera
cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le
prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo
a las dificultades de la vida diaria y a las
tentaciones que se presentan en la vida.