San Cayetano, tú fuiste un verdadero modelo de virtudes
entre los sacerdotes de tu tiempo. Nunca buscaste recompensa o pago alguno por
tu ministerio y enseñaste a las personas a rezar el Rosario y a desarrollar el
hábito de las devociones a los santos.
Tú
fuiste verdaderamente un pastor espiritual y tu preocupación estuvo dirigida
siempre a la salvación de las almas. Pero a pesar de todo esto, también sabías
que con los estómagos hambrientos, los fieles tendrían serias dificultades en
la comprensión de la Palabra de Dios.
Te
embarcaste en la hermosa aventura de ayudarlos, no sólo dándoles pan, sino
ayudándolos a ganarse la vida mediante el trabajo digno.
“Dios
de todo consuelo, Padre misericordioso, que ves en lo secreto y conoces
nuestras necesidades, te pedimos, oh Señor nuestro, por intercesión de San
Cayetano, que nos ayudes a vivir siempre en tu amor y en el de nuestros
hermanos y así nos otorgues la gracia de que no nos falte el pan y el trabajo
de cada día.
Oh
glorioso San Cayetano, confiamos en la providencia de Dios y en tu providencia
de intercesión”. Amén.