“Cristo
nace allí y en ese pesebre lo descubrimos cercano. Llega donde se devora la
comida para hacerse nuestro alimento. Dios no es un padre que devora a sus
hijos, sino el Padre que en Jesús nos hace sus hijos y nos nutre de ternura.
Llega para tocarnos el corazón y decirnos que la única fuerza que cambia el
curso de la historia es el amor. No permanece distante y potente, sino que se
hace próximo y humilde; Él, que estaba sentado en el cielo, se deja recostar en
un pesebre”.
“Esta noche Dios se acerca a ti porque para Él eres importante. Desde el
pesebre, como alimento para tu vida, te dice: “Si sientes que los acontecimientos te superan, si tu sentido de culpa y
tu incapacidad te devoran, si tienes hambre de justicia, yo, Dios, estoy
contigo. Sé lo que vives, lo he experimentado en el pesebre. Conozco tus
miserias y tu historia. He nacido para decirte que estoy y estaré siempre cerca
de ti”.