Lema: “Unidos a María y José rezamos por el fin de la pandemia”
La esperanza de Turquina no fue defraudada…
Primavera de 1493… María, de la familia de los Guercio, una piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, iluminada por una fe profunda acude a la Madre de Dios y le promete una señal de público reconocimiento si permanecía inmune de la gravísima epidemia de cólera que azotaba a Chiávari.
Madre, hoy te ofrecemos una rosa, símbolo de tu amor.
Oración inicial para todos los días:
Oh María que por tu virginidad fecunda fuiste hecha por el Espíritu Santo, “Huerto Cerrado y Fuente Sellada”, porque tu corazón perteneció única y enteramente a Dios, vuelve sobre nosotros tu mirada de Madre.
Por el amor particular con que te has manifestado como Huerto fecundo de gracia para nuestra salvación, alcánzanos de tu Hijo, que tienes en tus brazos, una continua conversión del corazón, un creciente amor a la voluntad del Padre y una solícita caridad hacia los hermanos. Amén.
Un poco de Historia...
La devoción a la Virgen del Huerto surgió como una promesa hecha por una piadosa mujer, ante la amenaza de la peste, que en 1493 sembraba la muerte en toda la región de la Liguria. Comenzando por Génova, el contagio se fue propagando y llegó a la Ciudad de Chiávari y a los valles cercanos.
María Guercio, (Turquina por el pañuelo azul que siempre llevaba) piadosa mujer del suburbio de Rupinaro, prometió a la Virgen una señal de público reconocimiento si mantenía inmune del contagio, a ella y a su familia.
Obtenida la gracia, Turquina cumplió su promesa y encargó al pintor Benedicto Borzone, que pintara sobre el muro de un huerto, ubicado entre el Palacio del Gobernador y el Puerto de Chiávari, una imagen de la Virgen María con el Niño en brazos, para que los transeúntes que, en su diario trajín, pasaban por el lugar, pudieran venerarla y pedirle gracias.
Esta mujer encarna a todas las personas de nuestro presente. Si bien ella fue librada de la peste, pensemos en el contexto en el que vivió. Muchas personas enfermaron y murieron a causa de la peste. Es por eso, que hoy, junto a ella traemos a nuestra memoria y a nuestros corazones a todas aquellas personas cercanas, a todos nuestros conocidos y también a los que no conocemos y que están cursando la enfermedad producida por el Covid-19. Pongámonos en la piel de esta mujer y volvámonos a Nuestra Madre, la Virgen María e implorémosle con fe y con fuerza por todos aquellos que sabemos que están enfermos. Confiemos y pidámosle que libere a nuestro país y al mundo de la pandemia que nos azota en el presente.
Oración final para todos los días
Oh María, ábrenos tu divino Huerto y entraremos en él, atraídos de la celestial fragancia de tus virtudes, nos sentaremos bajo la sombra de tu amparo y protección y nos saciaremos de sus frutos.
Fuente sellada y pura eres, no permitas que se seque jamás en nuestra alma la flor de tu devoción y el fruto de tu amor a Jesucristo.
Desde tu trono de gloria ruega a tu Divino Hijo para que seamos prudentes, aprendamos la sabiduría y marchemos siempre por el camino de la justicia.
Virgen del Huerto, tus hijos somos, concédenos oír tu voz y contemplar tu rostro bellísimo. Amén.