Se conmemora el fallecimiento del Padre de la Patria: el General José de San Martín; el constructor de la historia grande argentina y latinoamericana, que empuño su espada para proteger la libertad y enseño con su ejemplo que aún perdura y crece.
Visionario y con temple de estratega y soñador, siempre tuvo claro cuál era el camino que debían transitar los pueblos de este continente para constituirse en naciones libres y soberanas. Con esa misión encaró su cruce de los Andes escribiendo así una historia con glorias para todas las generaciones de Argentina, Chile y Perú.
No sólo es preciso recordar su historia. Es necesario tomar su ejemplo, ya que en su ideal de unidad y libertad, nos enseña a ser capaces de enfrentar los desafíos para alcanzar los sueños; nos enseñó a querer y amar el suelo donde nacimos, a respetar y amar sus símbolos y valorar y defender la paz y la libertad que nos legaran nuestros próceres.
Con las máximas escritas para su hija Merceditas, nos dejó también un legado de principios éticos y morales para la formación de buenas personas que todo buen padre o educador deberíamos inculcar, en estos tiempos de crisis de valores y sentido patriótico.
Mientras más se actualicen y afiancen en la ciudadanía y en la juventud estas enseñanzas, el espíritu de la nación se elevará, evitando que se propaguen los males y divisiones fortaleciendo los ideales que sí unen.
Pensemos que como padre, trató de darnos un mundo de paz y de esperanzas, de libertad sin esclavos, de trabajo sin cadenas, de justicia sin violencia y de democracia sin odios.