El Mes de la Biblia es una celebración tanto personal como comunitaria. La Palabra de Dios que penetra nuestro ser interior trayendo luz y vida también nos desafía a bendecir a nuestros hermanos y predicarla en todo lugar. La fuerza de esta Palabra radica en que su autor es el mismo Dios que se nos revela, es decir, nos habla de Él y de nosotros.

 

          En su carta Misericordia et misera (2016), el Papa Francisco invita a renovar la pasión por la Palabra: "Deseo vivamente que la Palabra de Dios se celebre, se conozca y se difunda cada vez más, para que nos ayude a comprender mejor el misterio del amor que brota de esta fuente de misericordia”. Además, en la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini ("La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia"), el pontífice hace un llamado a las comunidades cristianas, las parroquias y movimientos religiosos a interesarse por el encuentro personal con Cristo a través de su Palabra:“Exhorto, pues, a los pastores de la Iglesia y a los agentes de pastoral a esforzarse en educar a los fieles a gustar el sentido profundo de la Palabra de Dios que se ofrece en la liturgia a lo largo del año, mostrando los misterios fundamentales de nuestra fe".

 

Recordemos que, el 30 de septiembre, la Iglesia celebra  la memoria litúrgica de San Jerónimo (Jerónimo de Estridón), traductor de la Biblia al latín, conocida como la Vulgata Latina o simplemente la Vulgata. Esta traducción fue durante siglos el texto bíblico oficial de la Iglesia Católica Apostólica Romana.

 

En la Argentina la Jornada de la Palabra comenzó en 1961, y se llamó Domingo Bíblico Nacional. Por una resolución de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) se celebra el último domingo de septiembre, la fecha más cercana a la fiesta de San Jerónimo.