3º DÍA. Viernes 25 de junio.
Lema: “Unidos a María y José rezamos por el fin de la pandemia”
María, que tu intensa luz irradie nuestra vida…
Diciembre de 1609… Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, rezaba frente a la Virgen cuando, repentinamente, la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias. Por este prodigio, un hijo de Gerónima quedó sano de su enfermedad.
Madre, hoy te ofrecemos la violeta, símbolo de tu humildad.
Oración inicial para todos los días:
Oh María que por tu virginidad fecunda fuiste hecha por el Espíritu Santo, “Huerto Cerrado y Fuente Sellada”, porque tu corazón perteneció única y enteramente a Dios, vuelve sobre nosotros tu mirada de Madre.
Por el amor particular con que te has manifestado como Huerto fecundo de gracia para nuestra salvación, alcánzanos de tu Hijo, que tienes en tus brazos, una continua conversión del corazón, un creciente amor a la voluntad del Padre y una solícita caridad hacia los hermanos. Amén.
Un poco de historia...
La noche del 18 de diciembre de 1609, Gerónima Turrio, una lavandera del barrio de Rupinaro, que se había ocupado de cuidar la ermita, y mantenerla limpia y siempre con una luz encendida, rezaba como era su costumbre, ante la imagen de la Virgen. Repentinamente vio que la pintura comenzó a irradiar una luz intensa. El prodigio se conoció en los alrededores y al cabo de un tiempo, cientos de peregrinos comenzaron a acudir al lugar para implorar gracias.
Encontrándose la pintura de la imagen en un lugar estratégico, que era paso obligado de los que diariamente se dirigían a sus trabajos, la devoción a la Madre del Huerto fue creciendo en el pueblo de Chiávari y en los alrededores.
Turquina había escogido el lugar más apropiado para colocar a la Virgen Madre, exactamente sobre el camino de los chiavareses y de los forasteros. Fue una opción muy acertada para provocar el encuentro entre la Madre y sus hijos.
En este día, pidamos por los que se han recuperado de la enfermedad del Covid y de otras enfermedades. Pensemos en esas personas, en esos rostros concretos que están atravesando un periodo de convalecencia. Pensemos que ellas necesitan de nuestra oración. Unámonos en espíritu con ellos para que, sanados espiritualmente, sanen corporalmente.
Oración final para todos los días
Oh María, ábrenos tu divino Huerto y entraremos en él, atraídos de la celestial fragancia de tus virtudes, nos sentaremos bajo la sombra de tu amparo y protección y nos saciaremos de sus frutos.
Fuente sellada y pura eres, no permitas que se seque jamás en nuestra alma la flor de tu devoción y el fruto de tu amor a Jesucristo.
Desde tu trono de gloria ruega a tu Divino Hijo para que seamos prudentes, aprendamos la sabiduría y marchemos siempre por el camino de la justicia.
Virgen del Huerto, tus hijos somos, concédenos oír tu voz y contemplar tu rostro bellísimo. Amén.