Hoy se celebra la Solemnidad de
Pentecostés, que conmemora la Venida del Espíritu Santo sobre María y los
Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo.
El capítulo dos del libro de los Hechos de
los Apóstoles describe que “de repente vino del cielo un ruido como el de una
ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se
les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron
sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo”.
“¡Oh Espíritu Santo!, llena de
nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el
don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas de Dios.
Que sepa, con el don del
Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad
cristiana.
Que, con el don del Consejo,
ponga los medios más adecuados para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el don de Fortaleza me haga
vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la
salvación.
Que sepa con el don de Ciencia,
discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero,
descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el don de Piedad, ame a
Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el
prójimo.
Finalmente, que, con el don de
Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de
Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado.
Lléname, sobre todo, de tu amor
divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa
enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina,
la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor”. Amén.