"Del
mismo modo que el sol con su luz y sus vivos rayos ilumina a todo el mundo, lo
fecunda, lo alegra y a todos da su luz, así María, como sol de socorro y de
bondad resplandece para todos, a todos mira y no se olvida de ninguno"
SAMG
La
noche anterior al 2 de julio de 1610, Sebastián Descalzo se encaminaba hacia Carrasco,
recitando sus oraciones. Mientras se acercaba al muro de los huertos, vio sobre
los mismos un gran resplandor y en medio de esa gran luz una majestuosa figura
de mujer que avanzaba lentamente hacia la plaza acompañada por dos antorchas
sostenidas por espíritus invisibles. La majestuosa Señora, habiendo llegado al
Huerto del Capitán, sobrepasó el muro y se dirigió hacia el nicho. Fue entonces
cuando el joven tuvo una intuición y pensó que era la Madre de Dios. Con el alma llena de alegría, el joven
Sebastián narró la feliz aventura a
cuantos encontraba en el camino”.
Poco después, comenzaron los milagros. Una
rajadura que atravesó el muro de un extremo a otro de la pintura, se reparó
sola, sin la intervención de ningún albañil. Otro día, frente a su imagen, dos
enemigos acérrimos fray Miguel Raggio y Battino Marini, se reconciliaron
dándose el abrazo de la paz y al cabo de un tiempo se producían curaciones, se
solucionaban diferendos y se concedían peticiones, todo por medio de la Virgen
del Huerto.
Oh
María que por tu virginidad fecunda fuiste hecha por el Espíritu Santo, “Huerto
Cerrado y Fuente Sellada”, porque tu corazón perteneció única y enteramente a
Dios, vuelve sobre nosotros tu mirada de Madre. Amén.