Gianelli insiste
siempre en que la auténtica devoción a María se alimenta de “signos y
prácticas”. Por esto, además de la imitación de sus virtudes recomienda: el
rezo del rosario, hacer las novenas preparatorias a sus fiestas y el Mes de
María; tener una imagen de María siempre a la vista para contemplarla en
todo momento; el recurso frecuente a su intercesión; la consagración, el uso de
su medalla, etc. Y termina pidiendo a todos “una devoción tierna y filial”
Cuando Gianelli ya
lo ha entregado todo, llega el momento de rendirse a la Voluntad de Dios: una
grave enfermedad pone en peligro su vida. Los chiavareses, le obsequian un
cuadro de la Virgen del Huerto, para colocarlo a los pies de la cama.
Contemplando la imagen de la Virgen, escribe: “María, si eres tan
hermosa por un mortal pintada, ¿qué será contemplar tu rostro, Hija de Dios,
tan amada”. Es como un grito de nostalgia de estar con la Virgen y con-templar
su rostro, intuyendo su próximo fin. Muere dos días después, el 7 de
junio de 1846.
“Confíen en María,
abandónense en sus manos con toda confianza... Ella es Madre tan tierna y
bondadosa que no puede ver las miserias de sus hijos sin remediarlas. Madre de
Misericordia no puede permitir que se pierda ni uno solo de sus hijos que confían
en Ella... “