"Jesús, que mi corazón se parezca al tuyo"

La Iglesia celebra las dos fiestas en días consecutivos para manifestar que estos dos corazones son inseparables.  María siempre  nos lleva a Jesús.

Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, devoción que tiene sus orígenes en el siglo XI, cuando los cristianos piadosos meditaban sobre las cinco llagas de Jesús. En 1672 el sacerdote francés Jean Eudes celebró la primera fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, y en sucesivo, Jesús se le apareció a santa Margarita María Alacoque, consagrada de la Orden de la Visitación de Santa María. En 1856, Pío IX ordenó que la fiesta del Sagrado Corazón fuera extendida universalmente a toda la Iglesia. En 1995, San Juan Pablo II instituyó en este mismo día la Jornada Mundial de Oración por la Santificación del Clero, para que Jesús custodie el sacerdocio en su corazón.

 

El 4 de mayo de 1944 el Papa Pio XII instituyó la fiesta del Inmaculado Corazón de María.

            María, después de su entrada a los cielos, sigue ejerciendo a favor nuestro su amorosa intercesión. El amor de su corazón se dirige primero a Dios y a su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal sobre todo el género humano que Jesús le confió; y así la veneramos por la santidad de su Inmaculado Corazón y le solicitamos su ayuda maternal en nuestro camino a su Hijo.

Venerar el Inmaculado Corazón de María es venerar a la mujer que está llena del Espíritu Santo, llena de gracia, y siempre pura para Dios. Su corazón  siempre está lleno de amor por sus hijos. Por eso se representa rodeado de blancas rosas.

 

“Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu divino corazón, ten misericordia de nosotros”

Beata M. Crescencia Pérez.