Primera santa de América, Rosa de Lima, con su
vida sencilla y austera, su carácter dulce, su
ardiente palabra y su apostolado entre los pobres y
los enfermos, fue también una
intrépida evangelizadora, testimonio elocuente del papel
decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo
en el anuncio del Evangelio. “Gloriosa Santa Rosa de Lima, tú que supiste lo
que es amar a Jesús con un corazón tan fino y
generoso, enséñanos tus grandes virtudes para
que, siguiendo tu ejemplo, podamos gozar de tu
protección en la tierra y de tu compañía en el
cielo”