“CRESCENCIA EN EL SUEÑO DE DIOS”
2021 - Año de San José
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
Oh Padre, que por tu amor a los pequeños y a los pobres, guiaste a la Beata María Crescencia, por el ca-mino de la humildad y de la sencillez, concédenos, por su intercesión, poder servir a nuestros hermanos más necesitados, con la dulzura de la caridad y la fuerza de la bondad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Quinto día de la Novena: sábado 15 de mayo
EN CRESCENCIA LA ACOGIDA COMO DON DEL ESPÍRITU SANTO
SAN JOSÉ: PADRE EN LA ACOGIDA
La
Hna. Crescencia fue destinada a la enseñanza de las niñas del ciclo
primario y la catequesis de Primera Comunión en las comunidades de los
colegios de Villa Devoto y colegio del Huerto de la calle Rincón en
Buenos Aires.
Dedicó su tiempo a la educación de la fe de las alumnas dando testimonio del gran valor de ser reli-giosa.
La
vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una
vía que acoge. Sólo a partir de esta acogida, de esta reconciliación,
podemos también intuir una historia más grande, un significado más
profundo. Parecen hacerse eco las ardientes palabras de Job que, ante la
invitación de su esposa a rebelarse contra todo el mal que le sucedía,
respondió: «Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los
males?» (Job 2,10).
José no es un hombre que se resigna
pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. La acogida es un modo
por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos
viene del Espíritu Santo. Sólo el Señor puede darnos la fuerza para
acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte
contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia.
Imitemos
este ejemplo para vivir en este tiempo tan difícil de pandemia. Nuestra
fe está siendo pro-bada, por eso podemos imitar a los santos que se
entregaron libremente a Dios en su fe y solidaridad a los más pobres.
Jesús
habló claramente en el Evangelio de Juan y dijo “El que me ama, guarda
mis mandamien-tos”. Es como decir “El amor de Dios es tan grande que El
quiere que hagamos lo que le gusta”. Es nece-sario que comprendamos que
para querer bien a Jesús debemos hacer lo que Él nos diga.
En el
año 1928 la Hna. Crescencia en Pergamino, se despidió para siempre de
los suyos. Poco después acompañada por la Madre Provincial viajó a Chile
donde murió después de cuatro años.
A pesar de lo mucho que
le costó dejar su patria, su familia y su comunidad, ella vio claramente
la Voluntad de Dios en las palabras de su Superiora y con gusto aceptó
lo que Él le pedía. Ella había dicho: “Por cumplir la voluntad de Dios
iría al fin del mundo”.
Vallenar, de aproximadamente 6.000 habitantes
en aquel momento, seis años antes había sufrido un terrible y
devastador terremoto, que destruyó casi la totalidad de las casas de la
población.
A partir de este hecho doloroso, Vallenar entró en un largo proceso de reconstrucción, que se pro-longó durante muchos años
La
gran pobreza en que vivían, el dolor de tantas familias sin techo, la
soledad del lugar y las enor-mes distancias de otros pueblos, hicieron
que se cumpliese claramente el deseo del fundador: "Lleven siempre la
pobreza consigo y vayan donde por las dificultades del lugar y por la
falta de medios otras Her-manas no pueden ir".
También San José
vivió la pobreza y el sacrificio. La obediencia a Dios y a los
progenitores es ne-cesaria para nuestra vida espiritual.
Hacer todo lo que Jesús nos dice y obedecerlo cumpliendo los mandamientos.
PRECES:
A cada oración decimos: “Danos Señor manos solidarias.”.
• Para recibir con un corazón abierto y generoso, a las personas que se encuentran solas, excluidas y marginadas. Oremos…
• Para brindar una escucha atenta, comprensiva y misericordiosa, a quienes necesitan consuelo. Oremos…
• Para servir con alegría al prójimo, fieles a las enseñanzas de Jesús. Oremos…
• Para salir al encuentro de nuestros hermanos más necesitados, sumergidos en la pobreza y en la indigencia. Oremos…
Pidiendo la canonización de nuestra Beata María Crescencia Pérez.
Padre de Jesús y nuestro, que por tu Divino Espíritu haces florecer la santidad en la Iglesia, te damos
gracias por la Beata María Crescencia que te amó con sencillez y te rogamos que la glorifiques,
para
que su ejemplo e intercesión sirvan a la extensión de tu Reino y a la
multiplicación de las vocaciones a la vida consagrada.
Concédenos, por su intermedio, la gracia que con humildad te imploramos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
“Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu Divino Corazón, ten misericordia de nosotros”.