Oh María que por tu virginidad fecunda fuiste
hecha por el Espíritu Santo, “Huerto Cerrado y
Fuente Sellada”, porque tu corazón perteneció
única y enteramente a Dios, vuelve sobre
nosotros tu mirada de Madre.
Por el amor particular con que te has
manifestado como Huerto fecundo de gracia
para nuestra salvación, alcánzanos de tu Hijo, que tienes en tus brazos, una continua
conversión del corazón, un creciente amor a la
voluntad del Padre y una solícita caridad hacia
los hermanos.
Fuente sellada y pura eres, no permitas que
se seque jamás en nuestra alma la flor de tu
devoción y el fruto de tu amor a Jesucristo.
Desde tu trono de gloria ruega a tu Divino Hijo
para que seamos prudentes, aprendamos la
sabiduría y marchemos siempre por el camino
de la justicia.
Virgen del Huerto, tus hijos somos,
concédenos oír tu voz y contemplar tu rostro
bellísimo. Amén.