“CRESCENCIA EN EL SUEÑO DE DIOS”

2021 - Año de San José

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS


Oh Padre, que por tu amor a los pequeños y a los pobres, guiaste a la Beata María Crescencia, por el ca-mino de la humildad y de la sencillez, concédenos, por su intercesión, poder servir a nuestros hermanos más necesitados, con la dulzura de la caridad y la fuerza de la bondad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén


Octavo día de la novena: martes 18 de mayo

EN CRESCENCIA LA VALENTÍA CREATIVA
SAN JOSÉ: PADRE EN LA OBEDIENCIA



     Eligieron para ello Vallenar, en la República de Chile, donde las Hermanas del Huerto atendían en el Hospital desde 1915. En el año 1928, la Hermana María Crescencia visitó por última vez Pergamino para despedirse para siempre de los suyos. Poco después acompañada por la Madre Provincial viajó a Chile, donde transcurrió la última etapa de su vida, ya que cuatro años después de su llegada entregó su alma a Dios, en Vallenar, luego de una vida heroica en la virtud.
En el momento en que María Crescencia llegaba a Vallenar bien puede decirse que las Hermanas del Huerto estaban escribiendo una página de oro de Congregación en América.
Vemos en la vida de nuestra beata una gran fidelidad a Dios y una gran obediencia.
Inspirada en los santos, como San José, vivía la obediencia en las pequeñas cosas tanto en su familia co-mo en la vida religiosa. Hermoso ejemplo para los integrantes de las familias y los laicos de la Iglesia cató-lica.

Con verdadera piedad recibió el Santo Viático, rodeada de su Superiora y Hermana y mientras re-zaba con los presentes las oraciones de los agonizantes, se incorporó e inclinándose profundamente delan-te del cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, repitió las palabras que el mismo Jesús le enseñaba: "Cora-zón de Jesús, por los sufrimientos de tu divino corazón, ten misericordia de nosotros".
Por muchas cosas que Crescencia vivió se nos presenta como modelo. Era una religiosa joven, normal y equilibrada, sencilla, alegre, simpática y que amó y vivió plenamente la vida. Crescencia es un regalo de Dios para nuestra sociedad y para cada uno de nosotros, porque, como enamorada de Cristo, nos contagiará a jóvenes y adultos de su amor, que nos impulsará – como a Cristo – a obedecer incondi-cionalmente al Padre y a vivir para los demás;  porque nos convencerá de que sólo a base de espíritu de superación y de esfuerzo maduraremos y nos realizaremos como personas; y  porque, olvidándose de sí misma y sacrificándose por los demás, nos señala el camino que conduce al equilibrio humano y a la ver-dadera felicidad.
Si la primera etapa de toda verdadera curación interior es acoger la propia historia, es decir, hacer espacio dentro de nosotros mismos incluso para lo que no hemos elegido en nuestra vida, necesitamos añadir otra característica importante: la valentía creativa. Esta surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener.

Así fue la vida de San José. Y en este tiempo de pandemia nos podemos dejar iluminar por esta va-lentía creativa.
Cuántas muestras de personas con estas virtudes tenemos en estos días de enfermedad y sufri-miento.

PRECES:

A cada oración decimos: “Corazón de Jesús, ayúdanos”.

•    A salir al encuentro de nuestros hermanos más necesitados. Oremos…
•    A construir una Patria más justa y más fraterna. Oremos…
•    A tener una mirada misericordiosa y comprensiva con nuestro prójimo. Oremos…
•    A vivir con valentía, las enseñanzas del Evangelio, en nuestro mundo de hoy. Oremos…


Pidiendo la canonización de nuestra Beata María Crescencia Pérez.

Padre de Jesús y nuestro, que por tu Divino Espíritu haces florecer la santidad en la Iglesia, te damos
gracias por la Beata María Crescencia que te amó con sencillez y te rogamos que la glorifiques,
para que su ejemplo e intercesión sirvan a la extensión de tu Reino y a la multiplicación de las vocaciones a la vida consagrada.
Concédenos, por su intermedio, la gracia que con humildad te imploramos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

“Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu Divino Corazón, ten misericordia de nosotros”.