“Era una pequeña santa, sonreía siempre; su actitud estaba llena de bondad, irradiaba amor…”

 

Nuestra Beata María Crescencia Pérez nos invita a reforzar nuestra fe en Dios, a vivirla, a testimoniarla, a compartirla…La fe es luz, vida, sabiduría, sal de la tierra.

Nos exhorta a la imitación de su vida santa, sobre todo de su espíritu de oración y de servicio a los pobres, a los pequeños, a los enfermos. La fe es operativa y ofrece a la sociedad las energías necesarias para aliviar los sufrimientos del prójimo, consolando a los afligidos, pacificando los ánimos. Los santos son auténticos benefactores de la humanidad, con su vida evangélica.

María Crescencia Pérez es presentada por la Iglesia como intercesora nuestra ante Dios Trinidad. San Juan Pablo II decía: «Los Beatos y los Santos de América acompañan con solicitud fraterna a sus compatriotas, hombres y mujeres, entre gozos y sufrimientos, hasta el encuentro definitivo con el Señor»

En fin, la Beata Sor Dulzura nos exhorta a la amabilidad, a la serenidad, a la alegría… La sonrisa en familia, en comunidad, en la sociedad, es un rayo de sol que alivia el corazón y anima al bien y al optimismo.

 

¡Bendícenos Dulce Violeta del Huerto de María!