Segundo día de la Novena: miércoles 12 de mayo

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Padre, que por tu amor a los pequeños y a los pobres, guiaste a la Beata María Crescencia, por el ca-mino de la humildad y de la sencillez, concédenos, por su intercesión, poder servir a nuestros hermanos más necesitados, con la dulzura de la caridad y la fuerza de la bondad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén


EN CRESCENCIA LA TERNURA DE DIOS
SAN JOSÉ: PADRE EN LA TERNURA


La mayor parte del ciclo primario lo cursó en el Hogar de Jesús, de Pergamino. También allí se re-cibió de Maestra de Labores.
El amor de María Crescencia a Jesús la llevó a consagrarse a Dios de por vida. Su vocación reli-giosa, que había ido creciendo a lo largo de todos esos años y que estuvo en contacto con las Hermanas del Huerto, tomó un curso definitivo cuando el 31 de diciembre de 1915 ingresó en el Noviciado de las Hermanas del Huerto, en Buenos Aires. Recibió el Santo Hábito el 2 de septiembre de 1918, en circuns-tancias en que moría su padre, don Agustín Pérez.


No deseando otra cosa que agradar a Dios con una vida santa y ser instrumento suyo para salvar a los hombres, se entregó totalmente a su misión, como Hija de la Caridad, haciéndose "Toda para Todos", en obediencia perfecta y en Caridad ilimitada.
Según los testigos, la virtud sobresaliente de María Crescencia fue la humildad. Esta le permitió vi-vir las grandes exigencias de la Caridad fraterna y de la perfecta vida en común, con íntima y serena ale-gría. Era feliz de poder hacer la voluntad de Dios. Era confiada en Dios providente y bueno y siempre de-cía: “Que bueno es Dios. No abandona a sus hijos”.
Valioso ejemplo para las familias y para los niños que se están preparando en la catequesis para su Primera Comunión.
 Hermoso es compartir la Santa Misa en familia.

Jesús vio la ternura de Dios en José: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13).
Sigamos el ejemplo de San José en estos tiempos tan difíciles de pandemia.

También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, Jo-sé nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia.
Meditamos en la ternura de San José y nuestra propia capacidad de vivir este tiempo tan difícil.

PRECES:


A cada oración decimos: “Roguemos al Señor”.

•    Por los niños y jóvenes para que nunca pierdan la alegría, fe, la esperanza y el amor. Oremos…
•    Por los docentes, para que Jesús Maestro, sea siempre el modelo a seguir. Oremos…
•    Por los padres de familia, para que siguiendo las huellas de San José, miren con ternura a sus hijos. Oremos…
•    Por nuestros centros educativos, para que fieles al carisma Gianellino, vivamos el Evangelio. Ore-mos…

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Pidiendo la canonización de nuestra Beata María Crescencia Pérez.

Padre de Jesús y nuestro, que por tu Divino Espíritu haces florecer la santidad en la Iglesia, te damos
gracias por la Beata María Crescencia que te amó con sencillez y te rogamos que la glorifiques,
para que su ejemplo e intercesión sirvan a la extensión de tu Reino y a la multiplicación de las vocaciones a la vida consagrada.
Concédenos, por su intermedio, la gracia que con humildad te imploramos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

“Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu Divino Corazón, ten misericordia de nosotros”.